Diciembre 12, 2017
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Inspiraciones del Gran Maestro Sri Aurobindo.
Hablar de Sri Aurobindo, es hablar de un hombre de luz, uno de los más grandes maestros espirituales de la historia de la humanidad. Su ideal no es solamente una realización supracósmica, sino la consecución de algo real para la consciencia terrestre. Declaró: “Mi tarea está vinculada a la Tierra, su objetivo final no está en otros mundos; voy en pos de una realización en la Tierra y no de un vuelo a cumbres lejanas”.
Así su Yoga incluye lo material y lo espiritual, aspira a la instauración de la Consciencia y el Poder divinos en la vida terrestre.
Lo primero que hay que hacer es establecer en la mente una paz y un silencio estables. De no hacerlo así, será posible tener experiencias, pero nada tendrá carácter permanente. Sólo en una mente silenciosa puede erigirse la verdadera consciencia.
Tener una mente sosegada no significa la ausencia total de pensamientos o movimientos mentales, sino que éstos permanecen en la superficie y que en el interior se siente el Ser verdadero separado, observándolos pero sin dejarse arrastrar, capaz de vigilarlos y de juzgarlos, de rechazar todo aquello que tiene que ser rechazado, y de aceptar y conservar todo aquello que es verdadera consciencia.
Si se producen pensamientos, en ningún caso surgen de la mente, sino que vienen desde afuera y cruzan la mente como un vuelo de pájaros cruza el firmamento cuando el aire está inmóvil. Pasan sin alterar nada, sin dejar ninguna traza. Una mente que haya alcanzado esta calma puede empezar a actuar, incluso intensa y poderosamente, pero conservará su sosiego fundamental, sin producir nada de sí misma, pero dando forma mental a lo que recibe de lo Alto sin añadirle nada suyo, con calma e imparcialidad, y, sin embargo con el gozo de la Verdad, el Poder y la Luz, felices de su transmisión.
Una buena manera de mantener la mente en silencio e inmóvil es en esos minutos que le dedicamos a meditación en el dia a dia una voluntad fuerte y silenciosa. Tener calma, ser firme y arraigado en el espíritu, reconocer que no salen del interior de uno esos pensamientos sino que vienen del exterior. Desapegarse, apartarse de ellos, sentirlos separados de uno mismo, es indispensable para lograr esa calma primero, para luego alcanzar el silencio profundo y permanentes.
Rechazar las dudas implica, con toda certeza, haber alcanzado el control de nuestros propios pensamientos. Pero el hecho de controlar nuestros pensamientos es tan necesario, en el yoga y fuera del yoga, como el dominio de nuestras pasiones y de nuestros deseos vitales o el control de los movimientos de nuestro cuerpo. No es posible siquiera alcanzar el nivel de un ser mental plenamente desarrollado si uno no domina sus pensamientos, si no es su testigo, su juez y su amo.
El Yogui no sólo es amo de este ámbito sino que, permaneciendo aun de alguna manera en la mente, logra escapar de la misma por así decirlo, y se sitúa por encima, o completamente detrás y libre. Para él la imagen de la fábrica de pensamientos ya no es completamente válida; puesto que ve cómo los pensamientos nos vienen de afuera, de la Mente Universal, o de la Naturaleza Universal, a veces formados y distintos, a veces informes o embrionarios, en cuyo caso reciben forma en alguna parte dentro de nosotros. La tarea principal de nuestra mente consiste en responder, favorablemente con aceptación, o negativamente con repulsa, a esas olas de pensamiento (así como a las oleadas vitales o a las olas de energía físico sutil) , o bien dar forma mental personal a la sustancia de los pensamientos (o de los movimientos vitales) procedentes de la Naturaleza-Fuerza circundante.
Las posibilidades del ser mental son ilimitadas. La libertad progresiva y el imperio sobre la propia mente están perfectamente dentro de las posibilidades de todo aquél que tenga la fe y la voluntad de emprender esta conquista.
Texto de la Primera Parte - Sobre las Bases del Yoga, de su libro “Guía del Yoga integral”- Fundación Centro Sri Aurobindo – Barcelona.